La mente flexible se describe con frecuencia a través de metáforas como la del junco que se dobla pero no se quiebra, o la del agua que se adapta y fluye y muchas otras procedentes de filosofías orientales que han hecho mella en las terapias psicológicas más avanzadas porque, en efecto, gran cantidad de problemas emocionales, y problemas de personalidad, sino todos, devienen de rigideces.
Sobre la capacidad de la mente flexible los taoístas decían: “La flexibilidad es la gran firmeza” y no puedo estar más de acuerdo.
Cualquier problema psicológico expresa un problema de adaptación.
¿Somos conscientes de ello? Para no llegar entumecidos a una edad avanzada practicamos yoga, pilates u otros ejercicios. Estupenda práctica .
Pero a nivel mental y emocional…¿Entrenamos nuestra flexibilidad? ¿Nos detenemos a analizar otros puntos de vista distintos al nuestro sobre las cosas que nos interesan? ¿Leemos opiniones divergentes? ¿Hacemos cosas distintas, tomamos rutas alternativas? ¿Desarrollamos y ejercitamos una mente flexible flexible mente?
Con frecuencia se malinterpreta la flexibilidad como conformismo , resignación, y pérdida de compromiso con un determinado curso de acción.
Son muchas las personas que permanecen obcecadas y obstinadas en un propósito o idea porque consideran que lo contrario es rendirse.
ACTITUDES CONTRARIAS A LA FLEXIBILIDAD:
Veamos algunas de las creencias erróneas que sustentan la rigidez:
-Ser fiel a uno mismo pasa por no apartarse de la idea inicial.
-Si no consigo lo que quiero, será cuestión de insistir más .
-Hay un modo (uno sólo) de hacer las cosas correctamente.
-Si no consigo ver las cosas de otra manera fácilmente es porque no hay otra manera de ver las cosas.
-Lo que pienso es cierto.
Flexibilidad tiene que ver con apertura, con adaptabilidad, con inteligencia emocional. Una mente sana es una mente flexible. (Y en este punto, perdonadme que me muestre inflexible).
Una persona flexible revisa sus creencias, adapta sus estrategias, hace cosas distintas, ensaya, explora, prueba. Unas veces por enriquecerse y nutrirse. Otras veces para, precisamente, conseguir metas y objetivos, que no se logran por hacer más de lo mismo.
Y lo mejor de todo, es cuando nos mostramos flexibles porque no queremos seguir dañándonos enrocados en sentimientos que nos lastiman. Pero es un proceso. Entrenar la flexibilidad supone un esfuerzo; ser como el agua, sortear los obstáculos de la vida como hace Rafa Nadal con la raqueta, disfrutar de caminar cuando no se puede correr…Todo eso es un trabajo, un entrenamiento. Es un esfuerzo que vale, y mucho, la pena.
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