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Verdades sobre el cannabis

Creemos saber mucho sobre esta sustancia, pero sin  embargo, todavía conviene aclarar algunas verdades sobre el cannabis. 

El cannabis (marihuana o hachís, entre muchos otros nombres) es una droga depresora del sistema nervioso. Contiene dentro de sus compuestos THC, tetrahidrocannabinol, el compuesto psicoactivo o psicotrópico (altera la percepción y el estado de ánimo) presente en muchas de las cepas de la planta. 

El cannabis contiene más de 500 compuestos químicos diferentes, entre ellos más de cien cannabinoides, aparte del THC, como el cannabidiol (CBD) y el cannabinol (CBN), que también actúan, pero de manera diferente, sobre el sistema nervioso. 

El cannabis se utiliza principalmente para uso lúdico, para disfrutar de la sensación de estar colocado. Se siente un aumento del apetito, euforia, mejor humor y relajación. También puede provocar pérdida de memoria a corto plazo, dificultades motoras, sequedad de boca, cuadros de ansiedad y paranoias. 

La forma más frecuente de consumirlo es fumarlo, el típico porro que todos conocemos, pero hay muchas otras, como cocinarlo, por ejemplo, en “ muffins” o galletas.

En las calles vemos tiendas dedicadas a la marihuana, con su imagen característica en varios formatos. Estas tiendas comercializan  todos los accesorios para cultivar cannabis. 

Mentiras y verdades sobre el cannabis

Y empieza el carrusel de confusiones que gravitan en torno a este tema:

-En muchos países, entre ellos España, el cultivo es ilegal pero la venta de utensilios para su cultivo no. 

-Se pueden poseer hasta 100 gramos para consumo propio. 

-También hay cada vez más tiendas de cannabis, que venden 8-9 gramos sin TCH, o con alto contenido en CBD y bajo en THC, en forma de cogollos o en cremas y aceites. -La legalidad del cannabis es una asignatura pendiente en muchos programas electorales. En general, se tiende a su legalización pero aún existen muchas diferencias por países. 

-El cannabis se ha convertido en un mercado potente al que también le han echado el ojo algunos fondos de inversión y las farmacéuticas. La marihuana que no coloca. 

-En estos momentos, en las farmacias españolas sólo se comercializa el Sativex, un medicamento de uso oral para ayudar a personas con esclerosis múltiple. 

-Los usos terapéuticos del cannabis abarcan enfermedades tales como la anorexia, la esclerosis, la ansiedad y el insomnio y ayuda a combatir los efectos secundarios de la quimioterapia.

El otro uso más instaurado y más conocido ,  el de fumar porros de toda la vida, ha resultado ser un problema mucho mayor de lo que parecía en los años 80. Entre otras cosas, porque de un porcentaje de 3-5% de THC en aquellos años se pasa a una resina de hachís que puede llegar al 30%. Por no hablar de lo adulterada que puede estar en muchos casos. 

Muchos factores intervienen en este resurgir virulento de la dependencia a los porros. Su accesibilidad, su injustificada fama de inofensivos , usarlos como sustitutos de psicofármacos, y una tendencia a la vida natural que parece envolver en un halo de ecológico el uso de hierbas para todo.

La realidad para los clínicos es que hemos pasado de asistir a personas con un consumo poco dependiente a un consumo muy dependiente y con severos trastornos psíquicos. 

No se trata de una película de terror que tenga el menor interés en contar, sino una experiencia muy frecuente ver cuadros psicóticos  derivados del consumo de cannabis. Hay toda una desestructuración del cerebro y no siempre sucede de forma paulatina y avisadora.  Estos cuadros se desencadenan mayoritariamente en quienes tengan factores previos predisponentes. Pero no exclusivamente.

Pero lo que más se presenta es un cuadro de apatía y desmotivación muy grande. El síndrome amotivacional y depresión cannabica es muy prevalente en la actualidad,  e igualmente importante. 

El usuario va perdiendo capacidad volitiva, dejando de lado todo lo que suponga un esfuerzo o incomodidad y sin desarrollar inquietud por nada. Esto que así leído pudiera parecer un estado de felicidad nirvanante,  en la práctica se vivencia como un grado de apalancamiento que agota a unos en su propia desidia,  e irrita a los que están cerca. El adicto ve anquilosarse habilidades y recursos del carácter.

No se sufre de manera consciente dolor o pérdida, a diferencia de la depresión propiamente dicha, pero se instala uno en una vida embotada y anestesiada.

Si te reconoces en un perfil así, es conveniente que busques ayuda para cambiarlo y vivir mejor.