En el diagnóstico del cáncer el miedo empieza cuando no te lo dicen así, te hablan de una masa, un tumor, algo que hay ahí, algo que puede ser o no ser cualquier cosa y lo primero que sientes es un pavor enorme, no piensas, sólo tienes miedo. Y te cambia la vida en unos minutos. Y sales distinta persona de la consulta. Y te parece que te has caído en un pozo, en la celda del monopoly, en algo en lo que has de estar el resto de tu vida, y tu vida pasa a ser un túnel de terror en el que vas disipando pruebas, exámenes, tratamientos, pronósticos, y estadísticas.
Todo el mundo te cuenta casos. Todo el mundo conoce a alguien. Dentro de ti el combate es duro, entre la esperanza y el miedo. Vendrán los lacitos y la ayuda, pero nadie sabe nunca nada con certeza, sientes sobre tu cabeza una espada, esperas interminables, a que te llamen, a que analicen, a que te digan el resultado. Y esperas en sala de espera bajo un letrero que dice oncología, eso sabes que es un cáncer seguro, pero no va a ser una palabra que te digan mucho, porque sí, es verdad, es una palabra muy grande, que engloba muchas enfermedades, con muchas variantes, y a tu lado en la sala hay personas con diferentes aspectos, y comprendes que todo es muy distinto, que cada uno es un mundo, pero que el cáncer es siempre una mala noticia y que se dirán muchas cosas, pasará el carrito amable, te llamarán por tu nombre, te darán la mano, pero no te creas que te hablarán mucho del cáncer, ni de nada en realidad, un tratamiento, una fecha, y un ya vamos viendo, o sea, la vida, como todos, pero tú lo sabes, y saberlo es muy distinto a no saberlo, da como un poco más de miedo.
